El adolescente necesita sentirse integrado, valorado por el resto de compañeros y demás personas cercanas de su entorno y grupo de iguales; con lo cual, absolutamente todas sus acciones y decisiones estarán influenciadas por las opiniones y estilos de los demás. Su autoestima se ve seriamente influenciada por todas las opiniones que reciben de su entorno.
La autoestima es la emoción que sientes cuando piensas en ti mismo. Si tienes una buena autoestima, te tratas con respeto, atiendes tus necesidades y defiendes tus derechos. Si tienes baja autoestima, te humillas, pones las necesidades de los demás antes de las tuyas, o piensas que no tienes nada que ofrecer.
La otra parte importante de la autoestima es la autoaceptación. Esto significa que reconoces y admites todas tus partes, las deseables y las indeseables, las positivas y las negativas, los puntos fuertes y los débiles y aceptas todo eso como un bloque que te hace un ser humano normal y valioso.
Si estás dispuesto a mejorar tu autoestima, tienes que tener una imagen adecuada de ti mismo. Los jóvenes con baja autoestima no se ven con claridad cuando se observan. La imagen que proyecta su espejo, es una imagen en la que se destacan los rasgos negativos y no aparecen los positivos.
Autoestima y autoconcepto son claves en el desarrollo de la personalidad en la adolescencia y es que de ello dependerá la confianza que tenga en sí mismo y en consecuencia su actitud ante la vida, por ello es tan importante el fortalecimiento de la misma durante esta etapa.
En KOS PSICOLOGÍA trabajamos con el programa de intervención AVANCEMOS: para la prevención y solución de Acoso Escolar, mejora de la autoestima y la Seguridad Personal.
RECOMENDACIONES PARA FORTALECER LA AUTOESTIMA DEL ADOLESCENTE:
- Practicar la escucha activa: ante cualquier problema que exprese el / la adolescente, se le debe escuchar activamente, es decir, debemos escucharle con atención y tratando de ponernos en su lugar.
- No juzgar precipitadamente: evitar juzgar precipitadamente determinadas conductas que pueden darse de manera puntual, dándoles así la oportunidad de explicar el porqué de las mismas, descubriendo de este modo las causas que pueden haberlas propiciado.
- Tratarles con empatía: tener siempre en cuenta a la hora de tratarle, la etapa de cambios que atraviesa y la repercusión de estos cambios en su vida, intentando así comprender determinadas manifestaciones de conducta o actitudes.
- Transmitirles confianza y seguridad: hacerle entender que confiamos en él/ella y tenemos expectativas positivas tanto en sus comportamientos como en sus posibilidades.
- Evitar restarle importancia a sus preocupaciones: a veces los padres tienden a restar importancia a determinados problemas planteados por el / la adolescente. Sin embargo, esto debe evitarse ya que si para él/ella es un problema, debemos prestarle atención y procurarle una alternativa positiva que alivie su ansiedad.
- Establecer una comunicación positiva en el hogar: se debe emplear un lenguaje claro y abierto, en el que predomine la tolerancia y la flexibilidad; evitando transmitirle desconfianza ni recriminarle conductas.
- Evitar las humillaciones: es importante no humillarle ni castigarle severamente. Asimismo, ante una conducta grave que se haya decidido castigar, se debe procurar aplicar el castigo a solas con él / ella; evitando así dejarle en vergüenza delante de amigos/as, vecinos/as o familiares.
- Emplear los refuerzos: los refuerzos son muy útiles para afianzar conductas deseadas y hacer que estas se repitan, por tanto, no deben escatimarse en la adolescencia.
Estas recomendaciones, llevadas a la práctica, pueden ser muy útiles y contribuir a la creación de un ambiente familiar positivo y productivo. Además, el aumento y mejora de la autoestima en los/as adolescentes, los convertirá en personas sinceras, asertivas y habilidosas socialmente, más preparadas para afrontar los fracasos y conseguir éxitos.
Y es que ya se sabe:
Los logros productivos son una consecuencia y expresión de salud y autoestima”. (Nathaniel Branden)